LA CAMPANA
Cayó exhausto el caballo de aquel Vaquero que una vez vio romper las olas del mar.
Esa misma noche vendió su alma al diablo, a cambio de la una montura.
Incansable, robusta y rugiente como el mar que tanto le impactó.
Del fuego de los infiernos forjaron su montura, del rugido del mar llenaron sus pulmones, de las entrañas de la tierra extrajeron su sangre.
Vagó, a lo largo y ancho del país. Ayudó a cuantos en apuros encontró y pronto su nombre fue conocido por aquellos que errando iban.
Un día en el desierto le vino el diablo a buscar.
-Debes pagar tu deuda.
Marchó, y cuando a salvo se creía sintió la sombra en su alma…
de repente todo se apagaba, no había sonido… hasta que un tintineo sonó.
Se hizo más fuerte y retumbó por todas partes, y volvió la luz.
Cuando despertó, se encontraba en un extraño lugar.
La cabaña de un viejo hechicero indio, que le miraba sonriente.
¿Cómo me salvaste?
-No fui yó. ¡Ven!
¿Ves esa pequeña campana que mi caballo lleva bajo el arnés de la silla?
Hace mucho tiempo, vino de lejanas tierras un barco, que hombres santos portaba.
Según esos hombres; llegaron sanos y salvos gracias a un objeto bendito, que al sonar, las alas de los ángeles recordaba.
En agradecimiento y amistad, regalaron este objeto a mis antepasados. Siempre este objeto ha estado en mi familia.
Pero, puesto que tu lo necesitas y en pago al bien hecho (que a mis oídos ha llegado) yo la te la regalo y espero te traiga siempre suerte, y aleje todo mal de tu camino.
El tiempo al vaquero hizo sabio, y multiplicó el objeto. Y a familia y amigos queridos, que por el mundo vagaban dio el Don, que este objeto significaba.
Fin.
Vale, no es Lope, ni Cervantes... pero como no hay no puedo sacar más jejeje
Birras a todos, que después de este tostón las merecéis.
Cayó exhausto el caballo de aquel Vaquero que una vez vio romper las olas del mar.
Esa misma noche vendió su alma al diablo, a cambio de la una montura.
Incansable, robusta y rugiente como el mar que tanto le impactó.
Del fuego de los infiernos forjaron su montura, del rugido del mar llenaron sus pulmones, de las entrañas de la tierra extrajeron su sangre.
Vagó, a lo largo y ancho del país. Ayudó a cuantos en apuros encontró y pronto su nombre fue conocido por aquellos que errando iban.
Un día en el desierto le vino el diablo a buscar.
-Debes pagar tu deuda.
Marchó, y cuando a salvo se creía sintió la sombra en su alma…
de repente todo se apagaba, no había sonido… hasta que un tintineo sonó.
Se hizo más fuerte y retumbó por todas partes, y volvió la luz.
Cuando despertó, se encontraba en un extraño lugar.
La cabaña de un viejo hechicero indio, que le miraba sonriente.
¿Cómo me salvaste?
-No fui yó. ¡Ven!
¿Ves esa pequeña campana que mi caballo lleva bajo el arnés de la silla?
Hace mucho tiempo, vino de lejanas tierras un barco, que hombres santos portaba.
Según esos hombres; llegaron sanos y salvos gracias a un objeto bendito, que al sonar, las alas de los ángeles recordaba.
En agradecimiento y amistad, regalaron este objeto a mis antepasados. Siempre este objeto ha estado en mi familia.
Pero, puesto que tu lo necesitas y en pago al bien hecho (que a mis oídos ha llegado) yo la te la regalo y espero te traiga siempre suerte, y aleje todo mal de tu camino.
El tiempo al vaquero hizo sabio, y multiplicó el objeto. Y a familia y amigos queridos, que por el mundo vagaban dio el Don, que este objeto significaba.
Fin.
Vale, no es Lope, ni Cervantes... pero como no hay no puedo sacar más jejeje
Birras a todos, que después de este tostón las merecéis.
artiendose_de_risa
