moriwoki
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Hola a todos.
Este apartado, y más aun el siguiente, tiene un tratamiento especial en el caso del harlysta y su Harley. Quiero decir que todo es relativo.
Me explicaré:
Ya son bastantes kilómetros los que he hecho con grandes grupos de harlystas. Por si restaba alguna duda, ya me ha quedado suficientemente claro cuál es el ritmo más o menos habitual y los posibles riesgos, en consecuencia, que entrañan. A decir verdad, pocos, muy pocos.
Bien, en el otro extremo tenemos el circuito, un escenario que frecuento muy a menudo y, dentro de él, el mundo de los pilotos. Cada jornada que paso allí, es habitual que se produzcan 4 o 5 caídas y ver un par de veces la ambulancia partiendo hacia el hospital. Esto, aunque os sorprenda, es realmente así un día cualquiera. Durante el pasado curso que organizamos de conducción deportiva del día 31 de julio, insisto: de conducción deportiva y pilotaje, sólo hubo una caída significativa, aunque, eso sí, varias salidas de pista incluso con revolcón final sobre la grava. Un saldo que me permitió volver a casa bastante aliviado.
Por otro lado, para que os hagáis una idea del número de caídas que sufre un piloto del Mundial que vemos en TV, pongo como ejemplo el caso de Axel Pons, el hijo del campeón Sito Pons. Bien. Sólo en el mes de junio ya acumulaba un cómputo de 16 caídas en su haber durante esta temporada,que, como sabéis, empieza en primavera.
Quiero decir con todo esto que no pretendo trasladaros ni mucho menos la familiaridad que cualquier piloto de cualquier campeonato pueda tener con el ámbito de la caída o del susto. Tampoco quiero, ¡líbreme Dios!, meter miedo en el cuerpo de ningún principiante, en absoluto. Sería el último propósito, tanto de este artículo como el versado sobre la caída. Mi objetivo es describir una serie de pautas a seguir para que las consecuencias, del susto en este caso, no sólo sean menos significativas, sino que tengan además un aprovechamiento en forma de experiencia.
Insisto, os dejo este artículo para que lo leáis con ese interlineado Harley, con el mismo que conducís vuestras bellezas rodantes.
EL SUSTO
Todos recordamos esos momentos en los que el organismo reacciona con una avalancha de adrenalina sobre nuestras terminales nerviosas. Esos momentos en los que se nos corta literalmente la respiración, sentimos el diafragma clavado bajo nuestros pulmones y un frío que recorre nuestro cuerpo y deja blanquecina nuestra piel.
Bien. Brevemente, vamos a hablar de los sustos en moto. Qué hacer y qué no hacer cuando se producen y cómo utilizarlos para el futuro.
Podemos definir el susto, sencillamente, como una abrupta sensación de pánico. Se trata, en principio, de que ese pánico, inevitable por lo sorpresivo, tenga el menor efecto posible sobre la conducción de la moto.
-Una vez salvada la situación, debemos sobreponernos enseguida, inmediatamente a ser posible. Hay que evitar que el pánico nos atenace en el momento y, sobre todo, que su influencia se mantenga después indefinidamente, enquistándose dentro de nosotros en forma de una desconfianza infundada, de una inquietud patológica, incluso de una fobia hacia el tipo de maniobra en el que hemos sufrido ese susto, o hacia la propia conducción de la moto en general.
-Olvidar, sí. Dejar a un lado el pánico, desde luego, y apartar del pensamiento inmediatamente la situación que acabamos de vivir. Sin embargo, después, una vez que nos hayamos detenido, debemos recordarlo, incluso comentarlo con alguien, y repasar punto por punto todo lo sucedido; sobre todo la posible causa que haya provocado el susto para evitarla en el futuro, y también nuestra reacción para mejorarla o cambiarla en el futuro de cara a evitar otros males.
Hay que aprovechar la experiencia del susto una vez que se ha producido y sacar de él lo mucho de instructivo que posee. Ya que lo hemos sufrido, conocer el porqué se ha producido y cómo hemos reaccionado supondrá un avance considerable en nuestra evolución como motoristas.
Las carreras resultan ser un cúmulo de experiencias en buena medida por la cantidad de sustos que se suelen producir en ellas. Lo he comentado con muchos pilotos y casi todos solemos hacer lo mismo. Se produce el susto, reaccionas al instante de forma seca y contundente, precisamente por esa máxima concentración y ese espíritu combativo que llevas sobre la moto. Un instante después de pasar el trance, lo olvidas, como si nunca hubiera pasado. Luego, cuando todo termina, lo rescatas de tu memoria -porque seguro que está ahí, grabado con la infinidad de detalles que la mente es capaz de percibir en esas situaciones de emergencia- y lo analizas pormenorizadamente. Las conclusiones de ese análisis son lo más valioso que podemos extraer de la experiencia de haber sufrido un susto.
Autor: Tomás Pérez
Director de la Escuela Mutua-Portalmotos
Este apartado, y más aun el siguiente, tiene un tratamiento especial en el caso del harlysta y su Harley. Quiero decir que todo es relativo.
Me explicaré:
Ya son bastantes kilómetros los que he hecho con grandes grupos de harlystas. Por si restaba alguna duda, ya me ha quedado suficientemente claro cuál es el ritmo más o menos habitual y los posibles riesgos, en consecuencia, que entrañan. A decir verdad, pocos, muy pocos.
Bien, en el otro extremo tenemos el circuito, un escenario que frecuento muy a menudo y, dentro de él, el mundo de los pilotos. Cada jornada que paso allí, es habitual que se produzcan 4 o 5 caídas y ver un par de veces la ambulancia partiendo hacia el hospital. Esto, aunque os sorprenda, es realmente así un día cualquiera. Durante el pasado curso que organizamos de conducción deportiva del día 31 de julio, insisto: de conducción deportiva y pilotaje, sólo hubo una caída significativa, aunque, eso sí, varias salidas de pista incluso con revolcón final sobre la grava. Un saldo que me permitió volver a casa bastante aliviado.
Por otro lado, para que os hagáis una idea del número de caídas que sufre un piloto del Mundial que vemos en TV, pongo como ejemplo el caso de Axel Pons, el hijo del campeón Sito Pons. Bien. Sólo en el mes de junio ya acumulaba un cómputo de 16 caídas en su haber durante esta temporada,que, como sabéis, empieza en primavera.
Quiero decir con todo esto que no pretendo trasladaros ni mucho menos la familiaridad que cualquier piloto de cualquier campeonato pueda tener con el ámbito de la caída o del susto. Tampoco quiero, ¡líbreme Dios!, meter miedo en el cuerpo de ningún principiante, en absoluto. Sería el último propósito, tanto de este artículo como el versado sobre la caída. Mi objetivo es describir una serie de pautas a seguir para que las consecuencias, del susto en este caso, no sólo sean menos significativas, sino que tengan además un aprovechamiento en forma de experiencia.
Insisto, os dejo este artículo para que lo leáis con ese interlineado Harley, con el mismo que conducís vuestras bellezas rodantes.
EL SUSTO
Todos recordamos esos momentos en los que el organismo reacciona con una avalancha de adrenalina sobre nuestras terminales nerviosas. Esos momentos en los que se nos corta literalmente la respiración, sentimos el diafragma clavado bajo nuestros pulmones y un frío que recorre nuestro cuerpo y deja blanquecina nuestra piel.
Bien. Brevemente, vamos a hablar de los sustos en moto. Qué hacer y qué no hacer cuando se producen y cómo utilizarlos para el futuro.
Podemos definir el susto, sencillamente, como una abrupta sensación de pánico. Se trata, en principio, de que ese pánico, inevitable por lo sorpresivo, tenga el menor efecto posible sobre la conducción de la moto.
-Una vez salvada la situación, debemos sobreponernos enseguida, inmediatamente a ser posible. Hay que evitar que el pánico nos atenace en el momento y, sobre todo, que su influencia se mantenga después indefinidamente, enquistándose dentro de nosotros en forma de una desconfianza infundada, de una inquietud patológica, incluso de una fobia hacia el tipo de maniobra en el que hemos sufrido ese susto, o hacia la propia conducción de la moto en general.
-Olvidar, sí. Dejar a un lado el pánico, desde luego, y apartar del pensamiento inmediatamente la situación que acabamos de vivir. Sin embargo, después, una vez que nos hayamos detenido, debemos recordarlo, incluso comentarlo con alguien, y repasar punto por punto todo lo sucedido; sobre todo la posible causa que haya provocado el susto para evitarla en el futuro, y también nuestra reacción para mejorarla o cambiarla en el futuro de cara a evitar otros males.
Hay que aprovechar la experiencia del susto una vez que se ha producido y sacar de él lo mucho de instructivo que posee. Ya que lo hemos sufrido, conocer el porqué se ha producido y cómo hemos reaccionado supondrá un avance considerable en nuestra evolución como motoristas.
Las carreras resultan ser un cúmulo de experiencias en buena medida por la cantidad de sustos que se suelen producir en ellas. Lo he comentado con muchos pilotos y casi todos solemos hacer lo mismo. Se produce el susto, reaccionas al instante de forma seca y contundente, precisamente por esa máxima concentración y ese espíritu combativo que llevas sobre la moto. Un instante después de pasar el trance, lo olvidas, como si nunca hubiera pasado. Luego, cuando todo termina, lo rescatas de tu memoria -porque seguro que está ahí, grabado con la infinidad de detalles que la mente es capaz de percibir en esas situaciones de emergencia- y lo analizas pormenorizadamente. Las conclusiones de ese análisis son lo más valioso que podemos extraer de la experiencia de haber sufrido un susto.
Autor: Tomás Pérez
Director de la Escuela Mutua-Portalmotos